“Siempre nos quedará París”

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El arco de triunfo en el Tour de Francia del 89 fue testigo de una de las etapas inolvidables del ciclismo.

El Tour 89 es para muchos el mejor de la historia, de lo que no cabe duda es que fue imborrable y único.
Aquel Tour ya empezó con el despiste del ganador de la edición anterior. Pedro Delgado llegó con más de dos minutos de retraso a la parrilla de salida del prólogo. Después se hundió aun más en la crono por equipos, perdiendo toda opción al triunfo en la general.
Greg Lemond, como ya recordamos en capítulos anteriores “Lo que no te mata, te hace mas fuerte” venia con la intención de hacer olvidar ese accidente de caza que tanto obstáculo había sido. Nadie apostaba ya por Greg demasiado y un equipo poco potente como ADR pensó que el californiano todavía tenía piernas de ganador de Tour.
Fignon doble campeón de Tour tenía una gran oportunidad de repetir triunfo. Laurent Fignon, no era muy querido por los espectadores sobre todo en España cuando lanzó un escupitajo a un cámara de TVE.
El tour 89 tuvo muchas jornadas épicas. Un adelanto de lo que fue la mítica última crono de ese año se produjo en la primera semana de la Grande Boucle. En la quinta etapa, Lemond junto con Hampsten y Yates pidieron permiso a la UCI para sacar un manillar de triatleta algo que actualmente es muy común, pero en aquella época eran cosas de película tipo Regreso al futuro.
La innovación que suponía el manillar de triatlón era extraordinaria, pues el ciclista disputaba la contrarreloj en una postura mucho más aerodinámica que sus adversarios y le permitía imprimir una mayor velocidad.
Con ese ”truquillo” le endosó casi un minuto a su más directo rival, Fignon. Las etapas se iban sucediendo, con la victoria de un tal Induráin entre ellas. Cambios de líder entre Fignon y Lemond que lo hacían emocionante.
La organización del Tour de ese año quiso dar emoción hasta el último día y en vez de hacer el paseo triunfal por las calles de Paris, puso una crono de 24 km con el arco de triunfo como fondo de la batalla. La diferencia de Fignon a Lemond de 50 segundos no podía hacer prever que se le escapara el triunfo al francés. Lemond volvió hacer uso de su innovador manillar Scott y de su casco Giro. Fignon en cambio fue con un simple coletero, con manillar tradicional y su única innovación fue utilizar ruedas de disco.
El resultado final de la crono es conocido por todos/as y se ha escrito mucho sobre ello. El norteamericano se adjudicó el Tour por tan solo 8 segundos de diferencia (la distancia más pequeña de la historia del Tour), y por si eso fuera poco marcó la velocidad media más alta en la historia del Tour en CRIs: 54.545 km/h.

Greg Lemond, cuando se le pongan las cosas mal o recuerde tiempos peores… esbozando una sonrisa podrá emular la frase que decía Humphrey Bogart en Casablanca :
SIEMPRE NOS QUEDARÁ PARÍS