Camille Fily, el “niño” que corrió el Tour de Francia

“Pedalea lo más rápido que puedas. Este mensaje tiene que llegar al general”, le dijeron al ya maduro y experimentado Camille Fily en Kemmel, campo de batalla y zona clave durante la Primera Guerra Mundial.

En el ejército francés sabían que Camille Fily, ya rondando la treintena de edad, había sido – y sigue siendo en la actualidad – el ciclista más joven en correr el Tour de Francia. Concretamente corrió el de 1904 y el de 1905. Lo hizo con 17 años, cuando apenas había superado el acné juvenil. Pero ahí se presentó el 2 de julio de 1904 en Montgeron para tomar la salida de la segunda edición de la Grande Boucle.

Una edición que fue víctima de su propio éxito. Después de que en 1903 Maurice Garin ganase aquella primera edición del Tour de Francia, y ver como el triunfo final le dotó de mucha fama y, sobre todo, le agrandara el bolsillo económicamente hablando, todo el mundo quería ganar. Fuese como fuese.

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Esto provocó que la carrera se convirtiese en un conjunto de triquiñuelas por ganarle tiempo al rival. Es cierto que las normas que impuso Henri Desgrange, creador del Tour de Francia, eran muy exigentes, e incluso a veces inhumanas, como no poder darle avituallamiento a los corredores a pesar de que fuesen jornadas de más de 400 kilómetros diarios.

La dureza de la carrera y la ambición por ganar hicieron que muchos hiciesen trampas. Unos cuantos fueron ayudados por algún ciclista no inscrito en la prueba que le hacía de liebre. Otros hicieron trascoche, y los más descarados llegaron a montarse en el coche para recorrer una centena de kilómetros y recuperar el tiempo perdido.

Esto llegó a los oídos de Henri Desgrange que, sin que le temblara el pulso, descalificó en la primera etapa a Ferdinand Payan, uno de los favoritos a ganar la Grande Boucle. Lo que no sabía el director de la carrera es que esta decisión se le volvería en su contra cuando los fanáticos y familiares de Ferdinand Payan salieron a las calles para golpear a todo ciclista que pasara por los pedregosos caminos de la tercera etapa. Varios de los participantes sufrieron alguna pedrada que otra, llegando a meta con la cabeza ensangrentada como si viniese de la guerra.

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Y no sería la única revuelta de aquel Tour de Francia. En la segunda etapa el pelotón pasó cerca del pueblo natal de Antoine Fauré, líder de la carrera en esos momentos. La euforia que tenían todos sus vecinos con Antoine hizo que, al igual que pasó con los allegados de Payan, unos 200 vecinos saliesen a la calle a intentar bloquear la carrera y no dejar pasar a los rivales de Fauré. La revuelta fue de tal magnitud que a Maurice Garin le dañaron la mano – apenas podía usar el freno – y a Giovanni Gerbi, apodado el diablo rojo, le dejaron inconsciente con cinco dedos de la mano fracturados. La revuelta solo se puedo calmar con la llegada de la gendarmería y un par de tiros al aire.

Mientras tanto, nuestro protagonista Camille Fily iba pasando las etapas como podía. Su cuerpo no era tan fuerte ni estaba tan maduro como el de sus rivales. Se mantenía rondando siempre la décima posición, pero su descaro juvenil le instaba a no conformarse con esa posición. Él quería ganar. Quería pasar a los anales de la historia. Por eso, en la sexta y última etapa de 471 kilómetros que iba de Nantes a París, un Camille Fily muy motivado porque pasaba cerca de su ciudad natal donde le animarían sus familiares y amigos, decidió, aprovechándose de la oscuridad y sin que ninguno de sus rivales le viese, marcharse en solitario con un ataque a más de 300 kilómetros.

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Una odisea inimaginable en el ciclismo de hoy en día que acabó, como era de esperar, con una tremenda pájara a más de 180 kilómetros de meta. Por un instante llegó a aventajar a sus rivales en más de 25 minutos, pero a medida que pasaban los kilómetros las fuerzas le flaquearon y acabó a más de 4 horas del ganador de aquella etapa Hippolyte Aucouturier.

Camille Fily acabó exhausto en el esfuerzo, pero este ataque le permitió adelantar una posición más en la clasificación general, acabando en una más que meritoria novena posición con tan solo 17 años. Es verdad que una vez terminado el Tour Henri Desgrange, junto a la Unión Velocipedique Francaise (UVF) decidieron descalificar a nueve corredores, entre ellos a Camille Fily. Las causas de estas descalificaciones nunca quedaron muy claras por qué fueron, ya que las investigaciones se basaron en las quejas de otros ciclistas.

En 1905 Camille Fily también volvió a correr el Tour de Francia. Esta vez, y sin descalificaciones de por medio, terminó la Grande Boucle en 14ª posición. Entre otros resultados destacables del joven ciclista francés destaca la Clásica Burdeos – París donde terminó en décima posición. Después de esto no se sabe más de él en cuanto a la bicicleta se refiere.

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En cuanto comenzó la Primera Guerra Mundial Camille Fily se alistó en el 8º Regimiento de Infantería. Allí fue traslado a Kemmel, enclave estratégico para el devenir de la Guerra. La guerra desgató mucho a ambos bandos. Los alemanes llevaban desde 1914 intentando conquistar Flandes, pero las tropas francesas donde se encontraba Fily lo frenaron hasta que en abril de 1918, con la retirada de Rusia de la guerra, los alemanes asentados en el Este de Europa se trasladaron a Flandes para intentar sacar a los franceses de aquella zona.

Los soldados franceses ya no podían aguantar más. Fue ahí cuando el capitán de Camille Fily, conocedor de las destrezas de éste con la bici, le pidió que marchase a entregar al general una carta donde pedía refuerzos. Así fue, Camille cogió la bicicleta y, como hiciese el soldado griego Filípides en el 490 a.C, se marchó dirección París buscando entregar el mensaje. Al igual que Filípides, al que se le otorga el origen de las Maratones, Camille Fily murió en el intento. No por el sobreesfuerzo como ocurrió con el griego. Fily fue abatido de un tiro en la nuca el 11 de mayo de 1918.

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