El Giro de Italia de 1947, de la huelga a la leyenda

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Aquella edición de la Corsa Rosa vivió un hecho que hasta entonces nunca se había producido, una huelga de piernas caídas. Este desencuentro fue consecuencia de una promesa no cumplida por parte de los organizadores de la carrera.

Ocurrió que a los corredores se les prometió que durante la séptima etapa, entre Peruggia y Roma, tendrían dos minutos de neutralización en Rieti, para que estos pudieran tomar el avituallamiento pie a tierra.

Pero aquella promesa no fue mantenida, e inspirados por Fausto Coppi, Servadei o Vicini, entre otros, los ciclistas decidieron rodar en fila india y a ritmo de turista. Después, al llegar a una fuente, se bajaron de sus bicicletas y protestaron contra los organizadores. Además, aparcaron sus bicicletas sobre la carretera, formando una barrera que detuvo el paso de los coches seguidores de la prueba.

Como hacía un día primaveral, los ciclistas se tumbaron sobre la hierba de los prados cercanos a comerse unos bocadillos y charlar, como si fuera un picnic en vez de una carrera ciclista. Tras comer, volvieron a la carretera con pocas ganas de pedalear, y en la siguiente subida, todos de acuerdo tomaron la decisión de no atacar. De hecho, un sprinter llamado Oreste Conte fue el primero en coronar la ascensión. Más tarde, a 50 kilómetros de meta, Bartali le pregunto a Coppi si continuar o no con el paseo. Coppi le propuso mandar por delante a los mejores sprinters de cada equipo y que entre ellos se disputasen el triunfo de etapa.

Y así se hizo, correspondiendo la polémica victoria (se tuvo que utilizar la foto-finish) al ya mencionado Conte, vencedor por delante de Leoni y Toccacelli. Tras concluir la etapa, una comisión de ciclistas se quejó ante los organizadores, concretando sus propuestas en 3 puntos.

El primero de ellos fue la mala elección de carreteras, demasiado polvorientas e incluso paralelas a otras mejor asfaltadas. Segundo era la excesiva severidad del jurado de carrera, al que los corredores llegaron a plantearle la opción de parar la carrera en Roma, y no volviendo a tomar la salida. Tercero, por el inicio de las etapas a mediodía y no antes, lo que obligaba a los corredores a cenar más tarde y en consecuencia, a irse a la cama más tarde también.

La respuesta de la Union Velocipedica Italiana fue contundente, confiscando todos los premios de aquella etapa, que destinó a la caja de providencia de corredores, cuyos fondos servían para apoyar situaciones excepcionalmente sensibles. De esta forma, se acabaron las protestas. Retomando el aspecto deportivo, aquel Giro cimentó la magia y la leyenda de Fausto Coppi,t ras su espectacular actuación en la etapa dolomítica Piave di Cadore-Trento, de 205 kilómetros.

Bartali lideraba la carrera, con una ventaja de 3 minutos, pero Coppi no se conformaba con su segunda posición y buscó el momento adecuado para atacar. Durante la ascensión al Falzarego, Coppi iba en cabeza con 20 metros de ventaja sobre Bartali. Este cayó por tierra al ir a cambiar de desarrollo y Coppi siguió su marcha. Ya en el descenso, ambos ciclistas jugaron al gato y al raton. Coppi también tuvo problemas con la cadena de su bici y Bartali estuvo a punto de alcanzarle, pero no pudo. Después, comenzaron a subir el Pordoi por su cara mas difícil, la de Arabba.

Coppi iba en cabeza y Bartali unos pocos metros por detrás. Entonces, Fausto bebió agua de su botellín y Gino Bartali pensó que era el momento ideal para cambiar, porque así Fausto no podía atacarle.

Lo malo fue que, con aquel Campagnolo, se tenía que dar una pedalada hacia atrás para llevar a cabo el cambio de velocidades y al hacerlo la cadena se enredó, haciendo que Gino Bartali ralentizase su marcha.

De esta forma, Coppi aumentó el hueco y su gran rival entró en crisis. Fausto demarró con fuerza pero Gino no pudo responder ya y Fausto aumento su ventaja hasta los 4 minutos, mientras que por detrás, Gino organizó la caza con la ayuda de Fiorenzo Magni,Martin,Bresci,Cecchi y Sylvere Maes. Fue inútil porque Fausto volaba y llegó a Trento con más de 4 minutos de ventaja sobre sus perseguidores.

Solo restaban tres etapas para el final de la ronda italiana y Fausto Coppi había dado un buen golpe a la carrera, un minuto y 43 segundos de ventaja sobre su viejo amigo – enemigo Gino Bartali le fueron suficientes para lograr su segundo Giro de Italia. Ademas, fue el primero después de la Segunda Guerra Mundial. Por delante le quedaban otras tres victorias mas en la Corsa Rosa.

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