La tendinitis en el ciclista

Muchas son las ocasiones en las que hemos escuchado que el ciclismo es uno de los medios más recomendables para obtener un satisfactorio estado de forma, al tiempo que preservamos nuestra salud.
La ausencia de contacto repetitivo contra el suelo -más propio de runners- junto a la inexistencia de cargas extra más allá de nuestra propia masa corporal hacen del ciclismo uno de los deportes más saludables que podemos encontrar. Además, ¿puede haber algo más satisfactorio que los paisajes que nos proporciona nuestro deporte?
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y en muchas ocasiones sale a la luz una de las lesiones más temidas por cualquier deportista que se precie: la tendinitis rotuliana. En el siguiente artículo trataremos de explicar en qué consiste dicha patología:
Anatomía de la rodilla
Si queremos entender qué es lo que pasa en nuestra rodilla, por qué duele, lo primero es conocer cómo se constituye esta.

A modo divulgativo, resumiremos que la articulación de la rodilla se encarga del movimiento relativo de la tibia respecto del fémur, y que las estructuras principales que lo permiten son:
- Cuatro ligamentos principales: los dos colaterales (interno y externo) y los dos cruzados (anterior y posterior), que se encargan de regular el movimiento lateral-medial y adelante-atrás, respectivamente, cuando realizamos alguna acción con la pierna, ya sea pedalear, andar o correr.
- Meniscos: son las “almohadillas” que evitan el choque hueso con hueso (fémur con tibia) que se produce al realizar las acciones más potencialmente traumáticas, como saltar o correr, sobre todo en terrenos duros.
- Tendón rotuliano: es la continuación del cuádriceps, permitiendo la unión entre dicho músculo, la rótula y la tibia. Se encarga, así, de los movimientos de extensión que tan implicados están en cualquier actividad, desde andar y subir-bajar escaleras, hasta el pedaleo o la sentadilla. Debido a la gran absorción de cargas a las que se somete y su implicación total en el movimiento, es foco constante de posibles lesiones.
Qué he hecho yo para sufrir una tendinitis…
Una vez que ya hemos comprendido el funcionamiento básico de la rodilla seremos capaces de responder sin ningún problema a una más que recurrente cuestión:
¿por qué suelen recomendar el ciclismo antes que cualquier otro ejercicio aeróbico para cuidar nuestras rodillas?
Por un lado, la ausencia de impacto contra el suelo preservará nuestros meniscos, dotándolos de una gran consistencia; por otro, el movimiento guiado, circular y armónico del pedaleo apenas implica sobreesfuerzo en los ligamentos previamente mencionados. Además, la necesidad de realizar un ejercicio continuo de extensión estimula una y otra veces al cuádriceps, fortaleciendo las estructuras musculares implicadas ¿O alguien va a dudar de la musculatura de Greipel o Tony Martin?
Entonces, ¿dónde está la causa de sufrir tendinitis?
Si bien es cierto que actividades tan diferentes como el running o la halterofilia son mucho más agresivas con las rodillas y de ahí que sean, a priori, más susceptibles de provocar lesiones, el ciclismo no está totalmente exento de ellas.
Y es aquí donde puede aparecer la tan temida tendinitis del tendón rotuliano (sí, ya sabéis, ese cordón que antes describimos como continuación del cuádriceps, implicado en la extensión de la rodilla). Las causas principales que encontramos en la aparición de dicha lesión son los esfuerzos repetidos e intensos a los que somete el ciclismo, capaces de provocar micro-roturas en las fibras tendinosas, unido a la inflamación de toda la cápsula sinovial que engloba la articulación.
En 100 km se dan entre quince y veinte mil pedaladas
Además, la realización en paralelo de otras actividades (deportes de equipo, atletismo, salto de altura…) favorecen aun más el agravamiento del proceso, sobre todo a nivel de lesiones traumáticas de los tejidos vecinos.
Finalmente, el descanso y la alimentación serán claves tanto para prevenir las lesiones como para que aquellas pequeñas microlesiones antes mencionadas no vayan a más, puedan curarse inmediatamente y no causen, a largo plazo, lesiones músculo-tendinosas.
Tengo un dolor en la rodilla pero… ¿es tendinitis?
En muchas ocasiones, sobre todo tras un periodo de entrenamiento intenso y deficiente recuperación, unido quizá a una mala biomecánica en el pedaleo, comenzamos a tener molestias en la zona anterior de la rodilla. Para identificar la existencia o no de tendinitis nos basaremos en el diagnóstico mediante la triada clásica:
- Dolor local a la palpación.
- Dolor al poner en tensión los tendones.
- Dolor al movimiento de extensión del cuádriceps.

Estos tres signos son señal inequívoca de la presencia de tendinitis y, como tal, hay que parar, recuperarse, y más adelante volver a la competición, a nuestra rutina, o a la conclusión de la meta fijada.
¿Parar? Después de todo lo que había conseguido…
Sí, hay que parar. Es duro asumir que después de semanas o meses de duro entrenamiento, es necesario detener el ritmo del mismo. Pero hay que mentalizarse inmediatamente de ello. No conseguiremos nada entrenando dos semanas más, aunque sea a un nivel menor (a no ser que haya un objetivo inmediato), pues las pequeñas lesiones producidas en el tejido tendinoso se agravarán, pudiendo llegar a cronificar el dolor.
Recordamos al lector que la tendinitis del rotuliano es una de las lesiones más complicadas de curar una vez se cronifican en el tiempo. Por tanto, es preferible parar, asumir que no es el momento de seguir, y que tras un buen descanso, podremos volver a subirnos sobre la bicicleta.
Recordad: el cuerpo tiene memoria. Si lo tratáis bien entrenando, pronto cogerá la forma cuando volváis al entrenamiento; si forzáis, se enfadará tanto con vosotros mismos que te mandará una señal en forma de dolor durante mucho tiempo.
Vale, tengo tendinitis. ¿Y ahora qué?
Ante todo, ponerse en manos de un especialista. Si bien es cierto que acudir al médico de cabecera nos puede ayudar a detectar el problema y nos pautará los anti-inflamatorios correspondientes, las técnicas basadas en la fisioterapia serán la clave para una correcta recuperación de los tejidos y rehabilitación de los mismos.
El frío, reposo y unos correctos alimentación y descanso deben ser claves en la recuperación de una lesión que, si no se trata a tiempo, puede ir a más. Y, como hemos comentado, puede ser muy difícil de solucionar.
Fuente: Patología de la rodilla; Commandé, Viani, Zakarian, Denis, Barral, Fornaris, Raybaud.
Felicidades por tu artículo eres un profesional del deporte y de ciencias
Muchas gracias! Seguiremos trabajando en publicar más artículos de esta temática =)